jueves, 7 de mayo de 2020

Nadie pudo apagar ese fuego que hoy quema más que nunca.

El ejemplo y la actualidad de su obra agigantan la figura de Eva Perón, ahora que el mundo del trabajo humano sin distinción de etnia, color, religión o ideología se encuentra amenazado por una Pandemia sanitaria y económica, que afecta nuestra salud y porvenir. 
Los que trabajamos somos la inmensa mayoría, los que posibilitamos que la economía y la vida cotidiana pueda seguir, que el Estado y las industrias básicas puedan funcionar, aun poniendo en riesgo nuestra salud y bienestar.
 
 
El Estado para articular e imponer políticas públicas constituyo el desvelo de Eva Perón, una vida breve y publica, inédita por su trascendencia comenzó con un temprano encuentro adolescente y amoroso en Junín con Damián Gómez,  ferroviario y anarquista divulgador de las ideas libertarias, luego preso y asesinado en la Penitenciaría Nacional.
 
Siguió con su temprana y audaz llegada a Buenos Aires, los debuts como actriz de cine, radioteatro y activista gremial,  la decisiva jornada del 17 de octubre, su obra al frente de la Fundación y la incomparable travesía personal y política en la cima del poder del Estado junto a Juan Domingo Perón, hasta su temprano “paso a la inmortalidad”.
 
La fuerte personalidad muestra a la “Gran Mujer” que se hace así misma, una simple muchacha del interior bonaerense que la historia y el pueblo trabajador convirtió en “La Abandera de los Humildes” y la mujer más poderosa de su tiempo, la mayor sufragista y empoderadora de las mujeres argentinas en la historia de nuestro país.
 
Eva Perón fue primero María Eva Ibarguren, anotada con el apellido de su madre Doña Juana, que nació pobremente el 7 de mayo de 1919 en un rancho de la estancia La Unión, cerca de Los Toldos, en una familia constituida por cuatro hermanos que el padre Juan Duarte, estanciero y caudillo conservador, como un signo de esos tiempos no reconoció.
María Eva nació en tiempos de Pandemia cuando la gripe española diezmaba a los trabajadores del mundo, luego que se acallara la represión y cesaran los incendios de la Semana Trágica en Buenos Aires, sin embargo nuevas  convulsiones y crisis económicas que llevaron a la masacre civilizatoria de la segunda guerra mundial, signarían su vida.
 
La dura infancia de Evita fue retratada por una de sus hermanas: “¿Te acuerdas que mamá no podía comprarnos juguetes? Una máquina de coser y ella, trabajando desde la mañana hasta pasada la medianoche, cubrían nuestras necesidades. Remplazábamos el juguete con el mundo mágico de la naturaleza. (…) Pero de pronto fueron las vísperas de Reyes. A los Reyes Magos sí les podías pedir un juguete bellísimo. El cielo no es mezquino (…) y pediste con fervor: una muñeca de gran tamaño. 
 
La noche de aquel lejano 5 de enero dormiste sin reposo (…) a la mañana corriste en busca de tus zapatos dejados en la ventana y la viste. Era altísima y realmente bella. Pero tenía una pierna rota. Mamá te explicó que se había caído de los camellos, y de ahí su mutilación. (…) Pero no te explicó que había adquirido la muñeca casi por nada, justamente a causa de esa rotura”.                  El temperamento de la joven María Eva se forjo en las miserias de las clase populares, que privadas de derechos y sustento obligo a los Ibarguren, después adoptara el apellido del invisible Duarte, a partir e instalarse en Junín donde finalizara la escuela primaria
 
Los hechos de la infancia son como raíces, raíces que no se ven pero continúan nutriéndonos, y que al socorrer a alguien, quizás a un niño enfermo habrá recordado a su muñeca renga: “¿Tembló su imagen en tus recuerdos que un chico inválido, llevado a la Secretaría en brazos de su padre, te pedía con los ojos que lo ayudaras a caminar?”                                                                                                  Raíces de redención humana en la historia de amor con Juan Domingo Perón, por la solidaridad con las víctimas del terremoto de San Juan, por la “adulteración” del acta de nacimiento y el casamiento con el indiscutible Líder de los trabajadores argentinos.
 
El triunfo electoral y el poder del Estado hicieron que mientras el general “ponía los ladrillos que nos habría de cobijar a todos, ella abrigaba a los que estaba afuera abrigándolos para que no se murieran de frio esperando para entrar”, y después organizara el Partido Peronista Femenino con derechos plenos políticos y sociales
 
Santa Evita, la mujer más poderosa de la historia argentina, la plebeya de las grandes causas nacionales, la Piquetera infatigable por la Justicia Social, la oradora encendida, la “negrita” bella, muchas mujeres en una mujer, también sufrió un largo exilio, pero volvió en brazos de su pueblo como faro que quema porque refundar el Estado requiere de las utopías y las realizaciones, solo hay que conquistarlas.
 
Nadie pudo apagar ese fuego que hoy quema más que nunca.

DIA DEL TRABAJADOR

Honrando la memoria de los mártires que dieron sus vidas por la jornada de 8 horas; recordamos también a quienes siguieron bregando por mejo...