Argentina enfrenta una política orientada a maximizar los negocios y la rentabilidad de las empresas que han respaldado al gobierno.
Necesita reducir sus costos laborales para los cual es necesario restringir, desconocer o eliminar derechos a los trabajadores, y para evitar reclamos y movilizaciones populares le es imperioso disciplinar el conflicto sindical, territorial, y social.
El nivel de afiliación sindical en la Argentina es muy superior al resto de los países de la región, por lo que el gobierno viene ensayando una serie de mecanismos para descalificar y demonizar las prácticas sindicales, llegando incluso a judicializar los conflictos mediante embargos y presiones económicas que ponen a la defensiva a los propios sindicatos.
Las reformas laborales intentan reducir la presencia sindical en el mundo del trabajo para alcanzar la meta preciada y reducir los costos laborales, abaratar despidos, precarizar el empleo, seguir negociando salarios a la baja, reducir las coberturas en las ART y hasta la defensa jurídica de los trabajadores.
No alcanza con vaciar el Anses para debilitar las prestaciones y prepararlo para privatizar las jubilaciones, sino que se avanza con restringir las prestaciones del PAMI, los hospitales públicos y ahogar aún mas las Obras Sociales para avanzar en la privatización de la salud.
Todo es un gran negocio y el establishment no desconoce la capacidad de lucha de los trabajadores organizados junto a las organizaciones sociales de los barrios, desocupados y vecinos insatisfechos que se movilizan contra las permanentes políticas de ajustes, por lo que mediante Decretos, intentan reprimir la causa del pueblo con las propias Fuerzas Armadas.
Nada nuevo bajo el sol.
Las características del enfrentamiento se profundiza a la misma velocidad del proceso inflacionario que arrastra a las clases medias a un distanciamiento con el gobierno que no tardará en expresarse.
Para ocultar la profunda crisis social y económica, construye escenas de escarmiento jurídico a los dirigentes sociales y políticos de la oposición, procurando eliminarlos del ruedo electoral al modo brasilero, y batiendo parches sobre una ética, moral y honradez que con claridad no poseen.
Nos enfrentamos a un proceso de crisis social, económico, cultural de profundas dimensiones, y frente al quiebre y atomización de las estructuras partidarias tradicionales, el Movimiento Obrero, que no escapa a una profunda crisis de representación, deberá esforzarse para alcanzar un grado de Unidad de Acción que posibilite detener el avance del proyecto antipopular en marcha.
Frente a tantas pliegues y repliegues habrá que recordar que La Unidad en la Diversidad es esencial para garantizar las luchas para ello es indispensable tener claro quienes son los compañeros, quienes los aliados, y quienes los enemigos.
“El movimiento tiene enemigos de afuera y enemigos de adentro: quien no lucha contra el enemigo ni por la causa del pueblo, es un traidor, quien lucha contra el enemigo y por la causa del pueblo, es un compañero; y quien lucha contra un compañero es un enemigo o un traidor”. JDP