jueves, 25 de abril de 2019

LA DEMOCRACIA “LIMITADA”

Algo no funciona, o la democracia no es el gobierno del pueblo, o la misma ha sido tergiversada, traficada en nombre de lógicas imperiales, nunca votadas, nunca aceptadas por la conciencia colectiva del pueblo.

Los textos sobre el funcionamiento de los procesos democráticos, respondieron siempre a las relaciones de poder de las diferentes épocas, que consolidaban mayorías temporales, explicitadas en textos constitucionales, que imponían derechos supuestamente definitivos.
Así se erigieron relatos, sobre cuestiones planteadas como inmodificables, por quienes detentaban el poder, que luego eran apuntalados por los escribas de la “historia oficial”, es decir la de los vencedores.
La Constitución de 1853, pos Caseros y la derrota de Rosas, siguió con la pluma de Mitre, justificando a los vencedores, hasta nuestros días.
La Constitución Social del peronismo en 1949, intentó rectificar esa dependencia histórica, por lo cual el pueblo fue bombardeado, masacrado, fusilado, exiliado, encarcelado, sus líderes perseguidos como hoy, intentando, vanamente, de borrar su memoria, instalando una cultura dominante neoliberal, dependiente y sumisa.
En lo internacional, desde los griegos Platón y Aristóteles, esa mecánica fue la instalada, por el llamado “occidente cristiano” hegeliano, que describe la historia “moderna” desde el “descubrimiento de América”, que nunca fue tal, sino una colonización de millones de habitantes milenarios de estas tierras, sometiendo y derrotando sus culturas, imponiendo a sangre y fuego la propia lógica, la imperial.
En esa época, todo era en nombre de Dios y de lo que de él emanaba, es decir desde las monarquías, supuestas descendientes, humanos privilegiados, por la mano de Dios.
En estos tiempos, lo que emana es la mano del Mercado, nuevo Dios, al cual hay que rendir las democracias, ante la amenaza de sufrir las consecuencias de la “ira de Dios”.
Así es con Siria, Irak, Venezuela, Brasil o Argentina, todo en un mismo combo de sujeción a los dictados de EEUU, bajo el látigo militar de la intervención, como en otros tiempos, las dictaduras militares.
Ahora no necesitan las armas, sólo alcanza con la presión de los mercados financieros, los medios hegemónicos y los jueces necesarios para desmontar cualquier intento de restauración popular.
Entonces, de que democracia hablamos, cuando mencionamos las elecciones, si después los mandatarios surgidos de la voluntad popular, son desplazados por los factores de poder.
Algo no funciona, o la democracia no es el gobierno del pueblo, o la misma ha sido tergiversada, traficada en nombre de lógicas imperiales, nunca votadas, nunca aceptadas por la conciencia colectiva del pueblo.
Esa malversación hace de la supuesta democracia una herramienta del poder al servicio de sus intereses, bajo amenaza de intervención, es decir democracia tutelada, que deja de serlo como expresión de las mayorías populares.
Cuestiones que se han naturalizado en nuestra región.
Que los presidentes no pueden durar más de dos períodos, bajo sospecha de consolidar autoritarismos, mientras se saludan reelecciones múltiples en Europa, de sistemas parlamentarios con 14 años de duración de los mandatos.
Hipocresía política, factores de poder de dominación, ejercicio de manipulación de los dueños del marco macro económico.
Encima esas instituciones, reflejan las monarquías, descendientes de Dios, que las tutelan, en pleno siglo XXl, un verdadero insulto a la inteligencia.
Entonces las maniobras de último momento de modificación electoral, la contratación de sistemas electrónicos de procesamiento de datos privados, el impedimento de listas colectoras, como si la voluntad del pueblo de elegir caminos diversos en pos de objetivos comunes, pudiese ser clausurada.
En definitiva, el enemigo necesita articular mecanismos para llegar a las opciones que ofrece, antes que a la elección democrática de candidatos.
El menú lo colocan los dueños del poder, el rebaño, nosotros, elige si come avena o cebada, pero nunca puede proponer pastos verdes para su alimentación.
Entonces una democracia limitada no es tal, es un ejercicio del poder, por lo cual es responsabilidad del pueblo reestablecerla en sus términos absolutos, no limitados a determinadas orientaciones geopolíticas emanadas de la embajada de EEUU.
Eso se llama sumisión, colonización, entrega, cipayismo y en su término máximo “traición a la Patria”.
Será una cuestión de lucha, movilización, batalla cultural, militancia plena el hecho de aceptar las elecciones como están planteadas, para darle a la misma contenido democrática, desmontando los mecanismos perversos, es decir estableciendo participación plena del pueblo.
No se puede ir a elecciones como a una fiesta de cumpleaños o un paseo dominguero, por lo contrario, el pueblo debe estar alerta y vigilante de las manipulaciones posibles y los fraudes en marcha, es la única garantía de poder recuperarla en plenitud.
JR/

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