- El 16 de junio de 1955, un fallido golpe de Estado contra Perón dejó más de 300 civiles muertos en el centro de Buenos Aires
Casi 20 años antes del bombardeo a La Moneda en Chile, que terminó con el presidente Salvador Allende muerto y Augusto Pinochet en el poder, otro ataque más sangriento pero menos conocido intentó matar al presidente Juan Domingo Péron en Buenos Aires.
Casi 20 años antes del bombardeo a La Moneda en Chile, que terminó con el presidente Salvador Allende muerto y Augusto Pinochet en el poder, otro ataque más sangriento pero menos conocido intentó matar al presidente Juan Domingo Péron en Buenos Aires.
El 16 de junio de 1955, hace hoy 62 años, Buenos Aires vivió la única escena de guerra de su historia.
No fue contra un enemigo externo. 34 aviones de la Fuerza Aérea y la Marina argentina bombardearon a la población civil que se encontraba en ese momento en Plaza de Mayo.
Querían asesinar al general Juan Domingo Perón en su despacho de la Casa Rosada.
Fue una masacre: las bombas estallaron sobres transeúntes, autos y trolebuses que se movían por el centro de la ciudad en un mediodía como cualquier otro.
Mujeres arropadas de invierno, niños que se dirigían a la escuela y oficinistas fueron objetivos de los militares.
Perón no cayó ese 16 de junio, pero sí tres meses después, en septiembre, cuando inició un largo exilio en España.
El triunfo de la Revolución Libertadora, como la llamaron los golpistas, y el profundo antiperonismo que se instaló durante décadas en Argentina silenciaron el número y el nombre de los muertos.
FUSILADOS DE 1956: WALSH, OPERACIÓN MASACRE Y EL NACIONALISMO
Primero Lonardi y luego Aramburu, junto a Rojas, fueron instrumentos de sometimiento donde el exilio del presidente legítimo, la intervención de la CGT, disolución del partido Peronista Masculino y Femenino, interdicción de los bienes de la Fundación Eva Perón, derogación de la Constitución de 1949, encarcelamientos arbitrarios, secuestro del cuerpo de Evita y la persecución al justicialismo desde el decreto ley 4.161 ejemplifican el ánimo de venganza de la dictadura autodenominada “Revolución Libertadora”.
La caída de Perón por un golpe cívico militar en 1955 significó la pérdida de derechos inalienables del pueblo argentino. Primero Lonardi y luego Aramburu, junto a Rojas, fueron instrumentos de sometimiento donde el exilio del presidente legítimo, la intervención de la CGT, disolución del partido Peronista Masculino y Femenino, interdicción de los bienes de la Fundación Eva Perón, derogación de la Constitución de 1949, encarcelamientos arbitrarios, secuestro del cuerpo de Evita y la persecución al justicialismo desde el decreto ley 4.161 ejemplifican el ánimo de venganza de la dictadura autodenominada “Revolución Libertadora”.
En el mes de junio de 1956, cuando Aramburu ordenó que partiese a Estados Unidos una misión financiera integrada por Adalberto Krieger Vasena para ratificar nuestro ingreso al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, se inició el Movimiento de Recuperación Nacional, que encabezó el general Juan José Valle, donde civiles y militares se unieron para abogar por el retorno de la democracia.
Entre el 9 al 12 de dicho mes, el gobierno dictatorial, infiltrando dicho movimiento por los servicios de inteligencia para, una vez iniciado el levantamiento, pudiese reprimir como disciplinador para toda la población, impuso la ley marcial deteniendo y fusilando a más de 30 personas sin juicio previo.
Los sucesos de los basurales de José León Suarez, en San Martín, provincia de Buenos Aires, donde fueron fusilados 12 personas, muriendo 5 en el acto, fue develado por el periodista Rodolfo Walsh al encontrar un sobreviviente.
Walsh, antiperonista al punto de apoyar el golpe del ’55, se encontró reconstruyendo el “motín peronista”, según sus palabras, en base al relato de un “presunto fusilado”.
Autodefinido como “un hombre de izquierda”, con un fugaz acercamiento a la Alianza Libertadora Nacionalista entre 1944 y 1945, que aunque conceptuada por él como “la mejor creación del nazismo en la Argentina”, ella “encarnó la exageración de un sentimiento legítimo, que se encarrilló masivamente en el peronismo.
Esta referencia importa al señalar que será en la prensa nacionalista donde primero anunciará este hecho hasta logra editar su obra maestra “Operación Masacre”.
Siguiendo el prólogo de dicha obra, “la primera noticia sobre la masacre – escribió Walsh – llegó a mis oídos en la forma más casual, el 18 de diciembre de 1956”. Agregó que “Operación Masacre apareció publicada en la revista Mayoría, del 27 de mayo al 29 de julio d e1957: un total de nueve notas. Los hechos que relato ya habían sido trazados por mí en el periódico Revolución Nacional, en media docena de artículos publicados entre el 15 de enero y fines de marzo de 1957.
Ahora el libro aparece publicado en Ediciones Sigla”.
Efectivamente, Revolución Nacional fue un periódico nacionalista de la línea de Lonardi, mientras que Mayoría respondía a los hermanos tucumanos Tulio y Bruno Jacovella, referentes del nacionalismo católico, que ya habían publicado la revista Esto Es, vinculados al inicio del peronismo pero distanciados por la política seguida por Perón con relación a la Iglesia. Es por su recomendación que Walsh se presentó al Estudio Ramos Mejía, donde funcionaba el semanario Azul y Blanco, de igual signo nacionalista, para hablar con su director Marcelo Sánchez Sorondo.
Y fue así como en diciembre de 1957 apareció Operación Masacre, por Ediciones Sigla, de Jorge Ramos Mejía, pero que pertenecía al citado Sánchez Sorondo, que ya había editado obras de Raúl Puigbó, Máximo Etchecopar y Mariano Montemayor, plumas del nacionalismo afín al lonardismo.
Walsh apuntó: “estos nombres podrían indicar, para mí, una excluyente preferencia por la aguerrida prensa nacionalista. No ha tal cosa… Quienes me ayuden a difundirlo y divulgarlo, es para mí un aliado a quien no interrogo por su idea política… porque ellos se atreven, y en este momento no reconozco ni acepto jerarquía más alta que la del coraje civil”.
En carta a Donald Yales, del 5 de junio de 1957, antes de la edición de Operación Masacre, Walsh le expresó que: “en los tribunales, el caso Livraga (el sobreviviente de los fusilamientos) ha seguido un curso lamentable. Los viejitos de la Suprema Corte de Justicia – dóciles al gobierno – han pasado la causa al Tribunal Militar que la reclamaba.
Es un precedente funesto. Los hombres del grupo Livraga fueron detenidos a las 23 horas del 9 de junio, cuando aún no regía la Ley Marcial. La Ley Marcial se decretó a las 0.32 del 10 de junio… esos hombre no fueron juzgados, que no actuaron en el motín, y que la mayoría era inocente hasta en la intención, se comprende la magnitud del caso”.
En memoria a los sucesos del 9 al 12 de junio de 1956, donde un gobierno de facto decidió fusilar a civiles y militares del Movimiento de Recuperación Nacional, liderado por Valle, el cual produjo un alzamiento en pos de recuperar los derechos humanos avasallados por la llamada “Revolución Libertadora”, exige su conocimiento, divulgación e interpretación de cara a este siglo como generadora y basamento emotivo de un proyecto inclusivo para todo el pueblo sin impunidad.
Luego vendrían otros trabajos, como el de Salvador Ferla, Mártires y Verdugos, y el de Daniel Brion, El presidente duerme, que completarían la investigación de Walsh.
Recuperar la memoria de estos sucesos, de la obra de Walsh y de la, casi, desconocida ayuda del nacionalismo, siempre tan denostado, en hacer conocer este hecho de sangre, mientras otras figuras republicanas sentenciaban que se “Había acabado la leche de la clemencia”, avalando estos asesinatos, como el caso del dirigente socialista Américo Ghioldi, es una justa reivindicación de las jóvenes generaciones hacia quienes son ejemplo por sostener un ideal superior, frente al holocausto producido por los ilegales e ilegítimos detentadores del poder de turno que arrasaron con los derechos humanos desde finales de 1955.
El 16 de junio fue la antesala de la feroz persecución que sufrió el pueblo peronista.
YA NO USAN BOMBAS, PERO SU ESPIRITU SIGUE INTACTO
Daniela. A. Bambill
Esos personajes de ayer tienen su correlato hoy en la misma logica sectorial y mezquina que mueve las fichas en el tablero en detrimento de la justicia social
YA NO USAN BOMBAS, PERO SU ESPIRITU SIGUE INTACTO
Volver a la mañana del 16 de junio de 1955 un instante, comprender que en nombre de la libertad, la democracia y Dios aviones navales sobrevolaron Av. de Mayo ametrallando todo lo que encontraban a su paso, pensar la Plaza de Mayo llena de cadáveres como consecuencia de las bombas se hace difícil, parece una escena de película de la Segunda Guerra mundial, para las nuevas generaciones es impensable una situación siquiera parecida.
El 16 de junio fue la antesala de la feroz persecución que sufrió el pueblo peronista.
Se sucedieron los fusilamientos de José León Suarez, la proscripción y luego la Dictadura Genocida.
Esos personajes de ayer tienen su correlato hoy en la misma lógica sectorial y mezquina que mueve las fichas en el tablero en detrimento de la justicia social, esos personajes que ayer manejaron los aviones, que fusilaron en un basural, torturaron en una comisaría en un centro de detención clandestino, que tiraron gente viva al Río de la Plata, encontraron su continuidad en las políticas neoliberales que desaparecieron socialmente, condenando a la pobreza e indigencia, a más de la mitad de la población en tan solo 10 años.
Hoy, los defensores de las formas, quienes levantan la bandera de la República, mientras golpean las puertas de las embajadas, los que se convirtieron en la voz de las corporaciones y se olvidaron de la obligación constitucional de representación en el Congreso del Pueblo de la Nación, no son otra cosa que los herederos de los pilotos de esos aviones.
Comprender el odio visceral de la oligarquía, entender la mezquindad de los vendepatria que se alquilan al precio de unos cuantos votos y acuerdan con el supuesto adversario en una simple ecuación «anti», hacer docencia sistemáticamente con las nuevas generaciones para que internalicen que defendemos muchísimo más que un gobierno, es la tarea militante que nos compete.
Más allá de la coyuntura electoral, de los pícaros oportunistas que acomodan sus convicciones según las encuestas, más allá de los ascetas que plantean la falsa dicotomía entre gestión y política y hacen su juego individual garantizándose la cuotita de poder efímero que los hace sentir protagonistas mediáticos y mediocres.
Más allá de todo eso, debemos profundizar la militancia desde lo ideológico y las argumentaciones no están en el crecimiento del PBI, los logros en materia económica, los logros en materia social, solamente, están también en la historia de un pueblo castigado, fusilado, masacrado, desaparecido en función los intereses de estas asquerosas alimañas que solo bregan cuidar su quintita tan lejos de los intereses de la Patria.
Comenzar a separar la paja del trigo, comenzar a entender la política como una instancia superadora del status quo impuesto a fuerza de sangre y dolor durante más de 50 años, comenzar a recuperar la ideología como marco indiscutido de cualquier acción gubernamental es lo que indudablemente nos llevará a la construcción de la Patria que anhelaron los mártires que regaron esta tierra desde la Revolución de Mayo hasta hoy.
Todos y cada uno de nosotros estamos obligados a levantar las banderas de lucha que la muerte les arrebató de la mano, la formación, la militancia y el compromiso inclaudicable son las únicas herramientas que se necesitan para conseguirlo.
- EL BAUTISMO DE FUEGO DE LAS FAA FUE CONTRA EL PUEBLO
No fue en 1982, en Malvinas, sino hace 60 años en los incalificables bombardeos del 16 de junio de 1955 en función del alocado operativo de Matar a Perón.
En esa masacre tuvo su bautismo de fuego la Fuerza Aérea de Argentina.
EL BAUTISMO DE FUEGO DE LAS FAA FUE CONTRA EL PUEBLO
No fue en 1982, en Malvinas, sino hace 60 años en los incalificables bombardeos del 16 de junio de 1955 en función del alocado operativo de Matar a Perón.
Por Teodoro Boot
NAC&POP
05/05/2015
En la I Brigada Aérea de Palomar se conmemoró el bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina: el 1 de mayo de 1982, a lo largo de 58 misiones de combate en los que sus aviones hundieron una fragata británica, averiaron otras tres y derribaron dos aviones Sea Harrier y varios helicópteros.
En el acto de conmemoración del nuevo aniversario -que encabezó el ministro de Defensa, Agustín Rossi- se rindió homenaje a los catorce valerosos efectivos de la Fuerza Aérea que dieron la vida ese día, así como a los cincuenta y cinco que la perderían a lo largo del conflicto.
Pero mal que les pese a los integrantes de la Fuerza Aérea, no fue ése el bautismo de fuego de la aviación militar argentina, ni tampoco el de la aviación naval.
Para eso, habría que remontarse muchos años atrás, hasta el momento en que el capitán de fragata Néstor Noriega despegaba de la base naval Punta Indio al timón de un Beechcraft AT11 provisto de dos bombas de demolición de cien kilos cada una.
* Una noble causa
Eran las 10 de la mañana.
El mal estado del tiempo obligó al capitán Noriega a mantenerse en el aire durante más de dos horas en las inmediaciones de la ciudad uruguaya de Colonia, hasta que recién a las 12.45 del 16 de junio de 1955 pudo descargar las bombas sobre la Casa de Gobierno.
El objetivo: matar a Perón.
Entre las 12.45 y las 17.45, en tres oleadas, la aviación naval tendría su verdadero bautismo de fuego descargando sobre el centro de Buenos Aires más de diez toneladas de bombas que provocarán la muerte de cerca de 300 transeúntes, entre ellos numerosas mujeres y niños.
A las 13:05, en la VII Brigada Aérea de Morón, el brigadier Mario Daneri ordenaba el despegue de una escuadrilla de cazas con la misión de interceptar un grupo de North American de la Armada.
Tras algunas vacilaciones, decolaron de la base tres birreactores Gloster tripulados por el primer teniente Mario Olezza, el teniente Osvaldo Rosito y el primer teniente Juan García, al mando de la escuadrilla.
Minutos después los siguió el teniente Ernesto Adradas.
Con capacidad de desarrollar 700 kilómetros por hora y dotado de cuatro poderosos cañones de 20 milímetros, el caza a reacción británico Gloster G.41G FMK “Meteor” era un arma formidable para la época.
En cuanto Adradas se unió en el aire a sus compañeros, divisó a dos de los North American rebeldes.
Primero Olezza y luego Rosito se lanzaron sobre ellos, sin resultado.
Cuando le llegó el turno a Adradas, el North American piloteado por el teniente de corbeta Arnaldo Román recibió de lleno más de diez impactos disparados por los cañones del Gloster.
Se trató del auténtico bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina.
Desde el segundo North American de la aviación naval, el teniente de corbeta Máximo Rivero Kelly alcanzó a observar el paracaídas de Román descendiendo lentamente sobre el río mientras el avión se despeñaba hecho una bola de fuego.
Al ver que los Gloster iniciaban un giro para lanzarse sobre él, Rivero Kelly descendió en picada sobre Retiro, de donde en esos momentos salía de la estación un tren con destino al Tigre.
El piloto naval siguió a la formación y, al alcanzarla, procedió a volar sobre ella para evitar ser atacado. Ya casi llegando a San Isidro, Rivero Kelly se elevó y, oculto en una nube, viró en dirección a Ezeiza.
Cerca ya del aeropuerto, las nubes se abrieron y Rivero advirtió que se encontraba sobrevolando la base de Morón, desde la que el North American era perfectamente visible.
En tierra, el comandante Agustín de la Vega miró a los cielos, confundiendo el paso de la aeronave de Rivero Kelly con la señal que esperaba para tomar la base.
Junto a un pequeño grupo de sublevados redujo a los oficiales remisos y a la totalidad de los suboficiales, que se mantenían leales al gobierno constitucional .
* Los Gloster en acción
Al no encontrar a Rivero Kelly, Síster enfiló hacia el aeropuerto de Ezeiza, que ametralló, inutilizando por completo un Beechcraft AT-IIA Kansas de la aviación naval.
Tras él, y también ignorantes de que la Base Aérea de Morón había cambiado de bando, pasaron sobre Ezeiza los cuatro Gloster de la escuadrilla interceptora, destrozando el anfibio Consolidated PBY Catalina del capitán de corbeta Enrique García Mansilla, que procedente de la Base Aeronaval Comandante Espora, acababa de descargar 1814 kg de explosivos de fragmentación sobre la cada vez más concurrida Plaza de Mayo.
El Gloster del vicecomodoro Síster terminó de carretear en la pista de aterrizaje de la base de Morón y se dirigió rumbo al playón contiguo a la torre de control.
No bien saltó a la pista, Síster fue arrestado por los oficiales que se habían plegado a la sublevación.
El teniente Adradas había aterrizado después de Síster y se acercaba al playón. Cuando Síster fue detenido, Adradas descendió subrepticiamente de su aeronave y corrió hacia los vestuarios, para ocultarse en un armario, casi seguro de que, de ser descubierto, sería ultimado.
El comandante Agustín de la Vega, que había asumido el comando de la base, ordenó el despegue de una escuadrilla, ahora con el objetivo de disparar contra la Casa de Gobierno.
La escuadrilla partió a las 15:31 y, de camino al objetivo, los Gloster cañonearon el Departamento Central de Policía.
Una vez agotadas las municiones, los pilotos de la Fuerza Aérea regresaban a la base para de inmediato trepar a otras aeronaves, ya provistas de combustible, así como de las municiones y artefactos explosivos necesarios.
Las sucesivas oleadas de Gloster de la Aeronáutica causaron numerosísimas bajas entre militares y civiles ubicados en los alrededores de la Casa Rosada; el propósito era disminuir la presión que los soldados leales y los cada vez más nutridos grupos de trabajadores ejercían sobre el Ministerio de Marina.
* Agitando pañuelos
Alrededor de las 15 horas, el vicealmirante Olivieri, atrincherado en el Ministerio de Marina, ordenó enarbolar una bandera blanca.
Al verla, numerosos trabajadores comenzaron a cruzar Leandro Alem en dirección a la plazoleta del Correo, pero fueron sorprendidos por el vuelo rasante de cinco Gloster que llegaban desde La Boca.
Varios obreros los saludaron agitando los pañuelos:
los cazas a reacción de la Fuerza Aérea eran muy diferentes de los aviones que desde el mediodía habían ametrallado y lanzado bombas de fragmentación sobre
· la Casa de Gobierno la Plaza de Mayo
· el Departamento Central de Policía
· las columnas del Regimiento 3 de Infantería de La Tablada
· la multitud de trabajadores concentrada en Crovara y General Paz
· las antenas de Radio del Estado, instaladas en la terraza del edificio de Obras Públicas, en Belgrano y 9 de Julio
· la residencia presidencial
· las instalaciones de Radio Pacheco
· el local de la carnicería y verdulería La Negra de Pueyrredón 2267
· el Regimiento Motorizado Buenos Aires, etcétera, etcétera.
Algunos de los que agitaban los pañuelos, saludando alborozados la llegada de los cazas de la aeronáutica, cayeron abatidos por la metralla mientras otros alcanzaron a esconderse debajo de la recova de Leandro Alem, momento que aprovechó Olivieri para arriar la bandera blanca y reanudar el fuego contra la multitud.
Luego de ametrallar Paseo Colón, los Gloster Meteor de la Fuerza Aérea viraron hacia la izquierda y tras un amplio arco, descendieron sobre el Congreso y pasaron sobre la Avenida de Mayo disparando sus cuatro cañones 20 mm.
Una vez sobre el río, dieron la vuelta y en una nueva pasada volvieron a ametrallar la Casa de Gobierno.
En esos momentos una columna de blindados de Ejército se aproximaba a la base aérea a toda velocidad.
Mientras en Ezeiza, los marinos se preparaban para huir, en Morón, De la Vega daba a sus pilotos orden de despegar y, luego de atacar una vez más Plaza de Mayo, escapar al Uruguay.
Proveniente de Ezeiza, un Douglas C 47 de la Armada cargado de comandos civiles descendió en la base de Morón para evacuar a los conspiradores, entre los que se encontraban el radical Miguel Ángel Zavala Ortiz y el conservador Antonio Vicchi.
El dirigente socialista Américo Ghioldi, el tercer integrante del “triunvirato revolucionario” que asumiría el gobierno una vez muerto Perón, ya estaba en Montevideo.
Cerca de las 18, la escuadrilla de Glosters integrada por el capitán Carlos Carus y los tenientes Néstor Marelli y Armando Jeannot, atacaron el Departamento de Policía y la Casa de Gobierno, ametrallándola durante más de diez minutos.
Por su parte, el teniente Guillermo Palacio arrojaba sobre los trabajadores concentrados en Plaza de Mayo su tanque de combustible suplementario con casi 800 litros de nafta.
Lanzado a alta velocidad, al gasificarse la nafta en la caída, el tanque habría de explotar convertido en una bola de fuego.
Durante las seis horas en que se prolongó su bautismo de fuego conjunto, los pilotos de la Fuerza Aérea y la Aviación Naval asesinaron a más de 350 personas, hiriendo y mutilando seriamente a otras 845.
“El pueblo, sobrecogido de espanto ante el increíble espectáculo –publicó al día siguiente el matutino Clarín–, reaccionó pronto y condenó lapidariamente a los empresarios de tal violencia, destrucción y muerte.
Ninguna causa, por grande que fuera, podría justificar semejantes métodos de lucha.
Las sombrías horas que vivió la capital de la República no han de ser olvidadas fácilmente”.
No lo parece.
El Archivo Nacional de la Memoria estableció que los muertos fueron 308, ni más ni menos.
El padre Adradas sufrió todo tipo de represalias por haber abatido un avión de la Marina sediciosa.
- 1979 Los sandinistas Nicaragüenses forman un Gobierno provisional.
- 1978 Los presidentes de Panamá y EEUU firman el tratado Torrijos-Carter
- 1932 Es derribada en Chile la Junta de la llamada República Socialista
- 1898 La flota norteamericana bombardea Santiago de Cuba
- 1598 Asalto a San Juan de Puerto Rico por fuerzas inglesas